El Nombre de La Rosa - Umberto Eco

"(...) hacia la pared meridional ROMA (¡paraíso de los clásicos latinos!) e YSPANIA. (...) Entre oriente y septentrión, a lo largo de la pared, ACAIA, buena sinécdoque, como dijo Guillermo, para referirse a Grecia (...)

martes, 26 de noviembre de 2013

Lucrecio

(Roma, Italia, h. 98 - 55 a.C.) Titus Lucretius Carus. Poeta y filósofo latino. La celebridad del poeta latino Lucrecio descansa en la única obra que de él se conserva, el largo poema filosófico De rerum natura (Sobre la naturaleza de las cosas), que constituía una exposición de las doctrinas del filósofo griego Epicuro.
Los testimonios acerca de la vida de Lucrecio son breves y escasos. San Jerónimo, uno de los padres de la iglesia, señala que Lucrecio nació entre los años 96 y 93 antes de la era cristiana y que, a consecuencia de haber ingerido una poción, su mente quedó trastornada; que en los períodos de lucidez escribió varios libros -los cuales fueron enmendados o corregidos después por Cicerón-, y que, en fin, se suicidó hacia el año 51 ó 50 a.C. Esta cronología parece en esencia correcta, aunque difiere ligeramente de otras fuentes indirectas, y la relación con Cicerón aparece confirmada en una carta de éste a su hermano donde elogiaba los poemas de Lucrecio. Más dudosas son la referencia a la locura o a las posteriores enmiendas del poema, que podrían calificarse por el intento de desacreditar un epicureísmo opuesto a las ideas cristianas. De cualquier forma, dado que Lucrecio fue evidentemente un autor culto y que trató incluso a Cicerón, la carencia de menciones sobre su figura podría sugerir algún episodio oscuro en su vida.
De rerum natura, cuyo título es una traducción de la principal obra de Epicuro, Peri physeos, que dio nombre a los poemas filosóficos de diversos pensadores griegos, está escrita en versos hexámetros latinos y dividida en seis libros dedicados íntegramente a precisar las teorías físicas y éticas de Epicuro. En el universo, según la obra, no existe sino el vacío infinito, surcado por infinitos átomos que se mueven al azar y que con sus choques y combinaciones configuran todas las cosas. El alma misma no es sino una composición de sutiles átomos, que al morir el cuerpo se disgregan.
No hay por tanto inmortalidad alguna, y los dioses, aunque existen, permanecen inmortales y ajenos al
mundo. El sabio que llega a conocer la realidad no teme ya a las supersticiones ni a la muerte, que no es sino un cambio de estado de los átomos. Sólo el conocimiento, pues, conduce a una vida libre y serena.

Fuente:  http://www.mienciclo.es.wdg.biblio.udg.mx:2048/enciclo/index.php/Lucrecio

No hay comentarios:

Publicar un comentario