El Nombre de La Rosa - Umberto Eco

"(...) hacia la pared meridional ROMA (¡paraíso de los clásicos latinos!) e YSPANIA. (...) Entre oriente y septentrión, a lo largo de la pared, ACAIA, buena sinécdoque, como dijo Guillermo, para referirse a Grecia (...)

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Homero

Los poemas homéricos, que constituyen los más antiguos monumentos literarios de laantigua Grecia,
no sólo eran para ésta un símbolo de la unidad y el espíritu helénicos, sino también una fuente de enseñanzas morales e incluso de hábitos y costumbres prácticas.
Lo único que se sabe con certeza acerca de Homero es que los griegos le atribuían tradicionalmente la redacción de sus dos grandes poemas épicos: la Ilíada -cuyo eje era un episodio de la guerra de Troya provocado por la cólera de Aquiles- y la Odisea, que describía el retorno de Odiseo (o Ulises) a su hogar tras el fin de la guerra.
Las propias fuentes antiguas referentes al poeta contienen numerosas contradicciones. El historiador Herodoto afirmaba que había nacido hacia el 850 a.C., y se consideraba que provenía de algún lugar de Jonia, Asia menor; las ciudades de Esmirna y Quíos se disputaban ese honor. Tradicionalmente se le atribuían también unos Himnos homéricos, que hoy se sabe eran de fecha posterior -finales del siglo VII a.C.- y de los cuales procede la imagen legendaria de Homero como un poeta ciego. Los principales eruditos griegos desecharon que fuera el autor de obras como el desaparecido poema Margites o la parodia épica llamada Batracomiomaquia. En cuanto a su muerte, la versión más extendida era que aconteció en una de las islas Cícladas.
La escasa fiabilidad de estos datos y de otras muchas leyendas tejidas en torno a Homero hicieron que desde el siglo XVIII los estudiosos se plantearan incluso la duda sobre su existencia. Asimismo, la constatación de que tanto la Ilíada como la Odisea constituían la culminación de una larga tradición de poesía oral, y las diferencias de tono y estilo entre ambas, llevaron a algunos críticos a apuntar la tesis de que podían ser el resultado de la refundición de poemas anteriores, o de que al menos ambas fueron compuestas por dos autores distintos.
Todos estos problemas, que constituyen la llamada «cuestión homérica», permanecieron abiertos a discusión, pero la mayoría de los críticos coinciden en ciertos puntos. Así, se considera que la Ilíada es anterior a la Odisea, y que casi con seguridad fueron compuestas durante el siglo VIII a.C., unos tres siglos después de los hechos narrados. Su lengua era el dialecto jonio con numerosos elementos eolios -lo que confirma el origen jonio de Homero- y pertenecía a la tradición épica oral (al menos en lo referente a las técnicas empleadas, ya que existen opiniones diversas acerca de si el autor empleó o no la escritura). Su fijación por escrito tendría lugar en Atenas durante el siglo VI a.C., si bien la división de cada poema en 24 cantos correspondería a los eruditos alejandrinos del período helenístico. En el transcurso de todo este largo espacio de tiempo se introducirían diversas interpolaciones.
Sobre esta base, la mayoría de los especialistas coinciden en deducir algunos datos básicos acerca de Homero y de su obra. Ciertamente, tanto la Ilíada como la Odisea presentan diversas inconsistencias internas, como las alusiones a técnicas y equipos de combate pertenecientes a diversas épocas históricas. Sin embargo, puesto que no cabe duda que Homero, en caso de existir, utilizaba materiales épicos anteriores y que posteriormente es probable que se incorporaran algunos añadidos, ello podría explicar dichas inconsistencias. Por lo que se refiere a la existencia o no de un autor único de la Ilíada, la más antigua de las dos obras, se ha señalado que, si bien es evidente la existencia de poemas épicos orales anteriores sobre los mismos temas, no parecen haber tenido una extensión ni siquiera aproximada, ni desde luego tal complejidad estructural. Ello apuntaría, pues, a la existencia de un creador individual que dio una nueva estructuración a los temas tradicionales y los integró en su visión personal de la realidad.
Más dudosa resulta la respuesta a si hubo o no un autor común para la Ilíada y la Odisea. En contra de tal autoría se ha planteado la diferencia de estilo entre ambas obras, de tono más heroico y tradicional la primera, más propensa a la ironía y la imaginación la segunda; a ello cabría añadir el empleo de un léxico más tardío en la Odisea. En defensa de la tesis del autor único se apunta que, si como ya afirmó Aristóteles, la Ilíada era una obra de juventud de Homero, en tanto que la Odisea habría sido redactada en su madurez, podría suponerse que el ya anciano poeta decidió redactar la segunda de sus obras como un complemento de la primera, una ampliación de su perspectiva. Por otra parte, ambas obras comparten características comunes absolutamente innovadoras, como la visión antropomórfica de los dioses, la confrontación entre los ideales heroicos y las debilidades humanas y, en general, el deseo de ofrecer un reflejo integrador de los ideales y valores de la naciente sociedad helénica. Si a ello unimos la maestría técnica patente en uno y otro poema, resulta difícil pensar que el autor de la Ilíada, ese gran poeta jonio al que los griegos llamaron Homero, no fuera cuando menos el principal inspirador de la Odisea.
El nombre de Homero, en cualquier caso, se encuentra ya indisolublemente unido al de los dos poemas que se le atribuyeron, y como tal constituye el símbolo del pueblo que marcó el rumbo futuro de la cultura occidental.

El poeta ciego

Los griegos de la época clásica (los del siglo V y siglo IV a.C.) consideraban como un hecho absolutamente indiscutible que la Ilíada y la Odisea, los dos grandes poemas épicos, compuestos sin duda en el siglo IX o en el VIII a.C., eran obra de un mismo poeta, de un genio inmenso, al que llamaban Homero (cabe pensar que Homero –si es que existió– era jonio, originario de Esmirna, y que habría muerto en Ios). El historiador Heródoto le hace vivir hacia 850 a.C., fecha que indudablemente no es exacta, pero que no es incompatible con el conjunto de datos que han podido reunirse en torno a la creación de los dos grandes poemas homéricos. Una tradición muchas veces repetida pretendía que Homero era ciego, y que por lo menos siete ciudades griegas se disputaban el honor de haberlo visto nacer.
Desde la más remota Antigüedad se han atribuido a Homero las dos epopeyas tituladas Ilíada y Odisea (alrededor de 28.000 versos) y que, efectivamente se remontan al siglo IX-VIII a.C., así como diversos himnos dedicados a los dioses (llamados himnos homéricos; se trata de textos claramente posteriores, compuestos por autores diversos y en fechas diferentes), y un poema burlesco, compuesto en realidad entre los siglos VI y IV a.C. por un autor anónimo: La batracomiomaquia.

Fuente: http://www.mienciclo.es.wdg.biblio.udg.mx:2048/enciclo/index.php/Homero

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